martes, 30 de junio de 2009

Superdesarrollo material, Subdesarrollo moral,









No hay espacio! ¡No hay espacio! gritaron cuando vieron a Alicia aparecer. ¡Hay mucho espacio! Dijo Alicia indignada. La fiesta del té del Mad Hatter en Alicia en el País de las maravillas.

Desde la década de los 60 se asocia el continuo crecimiento demográfico con el subdesarrollo de algunos países y regiones. La ortodoxia defiende que la actual crisis de la salud, la malnutrición, el subdesarrollo, y la destrucción del medio ambiente viene determinada por el exceso de población en el planeta.

La teoría de Malthus impera. El crecimiento geométrico de la población frente al crecimiento aritmético de los recursos naturales condena al mundo a un desfase crónico entre ambos parámetros, el “El sistema vomita hombres” como diría Galeano. Investigadores como Meadows afirman que el aumento del crecimiento demográfico agotará los recursos de la tierra en 100 años.

En este contexto, el control de la natalidad se ha presentado como una alternativa necesaria a los supuestos problemas de superpoblación. El declive de la fertilidad abriría una “ventana demográfica” para el desarrollo económico de países como India, Afganistán, China, Nepal, Pakistán o Corea del Sur. En consecuencia, las políticas antinatalistas se proponen como la panacea del desarrollo de los países más pobres.

Pero existe una realidad oculta que no se difunde, la presión demográfica que producen 10 nacimientos en África es bastante menor a la que produce un sólo individuo en Europa, pues éste consume 50 veces más energía y recursos que un individuo del tercer mundo.

Robert Mcnamara, ex ministro de Asuntos Exteriores Estadounidense, expone la siguiente opinión “Es más útil invertir un dólar en control de la natalidad que diez dólares en Ayuda al Desarrollo”.Son muchos los que comparten su opinión, promoviendo el control demográfico a través de la distribución de variados anticonceptivos, muchos de ellos prohibidos en los países occidentales por causar efectos adversos de gravedad para la mujer; esterilizaciones masivas, en muchas ocasiones sin consentimiento y en casos muy extremos, incluso abortos selectivos que priorizan el nacimiento de varones, como es el caso de la India, donde esta practica ha provocado un desequilibrio de nacimientos de 10 millones de mujeres.

En enero de este año, el mensaje de Benedicto XVI para la celebración de la Jornada Mundial de la Paz recogía las siguientes palabras “La pobreza se pone a menudo en relación con el crecimiento demográfico. Consiguientemente se están llevando a cabo campañas para reducir la natalidad en el ámbito internacional, incluso con métodos que no respetan la dignidad de la mujer ni el derecho de los cónyuges a elegir responsablemente el número de hijos y, lo que es más grave aun, frecuentemente ni siquiera respetan el derecho a la vida. El exterminio de millones de niños no nacidos en nombre de la lucha contra la pobreza es, en realidad, la eliminación de los seres humanos más pobres”.

La denuncia del Papa no es infundada, los gobiernos locales de los países subdesarrollados “animados” por algunos donantes internacionales llegan a publicitar y premiar las esterilizaciones con compensaciones económicas y materiales. Así, en tres ciudades de la región India de Andhra Oradesh, el State Bank of India prometió compensaciones económicas en metálico para cada mujer y cada hombre que se esterilizara, además de regalos para los responsables de salud que promovieran dichas operaciones.

El Artículo tres de la Declaración Universal de los Derechos Humanos reza que “Todo individuo tiene derecho al vida, la libertad y la seguridad de su persona”. El Artículo 12 declara que “Nadie será objeto de injerencias arbitrarias en su vida privada, su familia…”

El Articulo 16: “Los hombres en edad núbil, tienen derecho, sin restricción alguna por motivos de raza, nacionalidad o religión, a casarse y fundar una familia…” “La familia es el elemento natural y fundamental de la sociedad y tiene derecho a la protección de la sociedad y el estado”.

Y finalmente el Artículo 28 resume “Toda persona tiene derecho a que se establezca un orden social e internacional en la que los derechos y libertades proclamados en esta declaración se hagan plenamente efectivos

Es curioso que todos los países occidentales y en primera fila de desarrollo suscriban y presuman de su respeto hacia esta Declaración. Sin embargo, las contradicciones se hacen patentes cuando se trata de aquellos países que están a la cola. En ellos se transgreden los derechos más fundamentales de todos, el derecho a la vida y la libertad. El libre albedrío de millones de pobres no debe ser manipulado en pro de políticas de desarrollo concebidas por unos pocos. Es responsabilidad de todos ser muy cautos para no abusar del biopoder del que nos dota la ciencia. Debemos evitar caer en el “Subdesarrollo moral, consecuencia negativa del Superdesarrollo”, que denuncia en su mensaje Benedicto XVI.